La nueva película de Bong Joon-ho es una ciencia ficción exacerbada, cargada de humor negro y con una lectura aguda de la sociedad actual, perfectamente ajustada a su contexto.
Fue una sorpresa amarga e inesperada ir al estreno y descubrir que éramos las únicas dos personas en toda la sala. Me encanta ir al cine y compartir el visionado con otras personas; es lo que más valoro de la experiencia colectiva. Sin embargo, pese al fiasco que presentía al enfrentarme a la enorme pantalla vacía, fue el filme el que terminó sobrepasando mis expectativas.
El surcoreano nos ubica en un planeta lejano, donde Robert Pattinson ha sufrido un accidente. Un amigo del protagonista parece acudir en su rescate, pero lo deja a su suerte, sabiendo que al morir volverá a reencarnar —o algo similar—. Esta cruel decisión se toma con total indiferencia y se convierte en la clave cómica de toda esta distopía intergaláctica.
En las siguientes dos horas veremos las distintas vidas de Mickey, cómo escapó del sistema y cómo terminó asumiendo su condición de prescindible. En el viaje inter espacial ocurren situaciones absurdas y divertidas: ver morir al protagonista se vuelve un recurso cómico, sobre todo por las formas ridículas e inhumanas en las que es expuesto a su destino, cada una más grotesca que la anterior.
Lo más destacable de la película es que presenta un panfleto político directo, pero sin caer en la imposición moral. Si bien los hechos que ocurren son exagerados, no hay intenciones de aleccionar a la audiencia. A diferencia de otras obras —como No Miren Arriba (2021)—, Bong Joon-ho confía en la inteligencia del espectador y evita recordarnos a cada instante que lo que estamos viendo es malo. En ese sentido, el filme está lleno de situaciones que exigen una interpretación moral, dejando en manos del público el análisis de sus hilarantes escenas y secuencias.
Es un filme en la línea de lo que Bong Joon-ho nos ha presentado antes. Si bien su trabajo en Hollywood ha enfrentado ciertos tropiezos —especialmente los problemas históricos con la producción—, sigue demostrando lucidez y un fuerte compromiso con contar historias necesarias. Porque, aunque transcurra en un futuro a miles de millones de años luz de la Tierra, Mickey 17 está más presente que la mayoría de los filmes que hoy encontramos en cartelera.
