Hace unos días, la comunidad de cinéfilos que comparte y rescata películas en X (twitter) tuvo su primera gran polémica. El revuelo comenzó con una publicación. Una de las figuras más relevantes de este nicho, Jon W. (@rarefilmm), agradeció a un usuario por compartir un enlace con una lista de películas del Tercer Reich. Para la desgracia de Jon —quien al parecer no es un chusma habitual de perfiles—, no se percató que clase de persona era quien compartía el archivo: un ferviente apologista del nazismo.
Lo que siguió no es difícil de deducir: hay quienes le hicieron notar su error, quienes lo atacaron sin más, los que quedaron perplejos y los que, como yo, estábamos confundidos con el quilombo. Horas después, Jon ofreció sus disculpas en una serie de mensajes. Su arrepentimiento por no haber revisado el perfil de esa persona no fue suficiente para algunos usuarios que deseaban añadir algo más, y ahora me incluyo entre ellos.
En esta furia de mensajes encontré tres grupos de personas. El primero —y el más irrelevante— el de los jueces de la moral, siempre listos para rasgarse la camiseta. El segundo, el de los academicistas, sugiriendo que estos filmes deben tener un acceso restringido, reservado únicamente para historiadores y archivistas profesionales. El tercer grupo es el de quienes menosprecian la actividad misma de compartir enlaces para una comunidad que es un nicho muy específico de la cinefilia.
Tanto el segundo como el tercer grupo comparten un rasgo que esta situación sacó a la luz: un esnobismo rancio e insignificante. Leí a uno que aprovechó la polémica para escribir en su blog un ataque bajo contra @rarefilmm. Un texto que parecía redactado solo para exhibir su erudición en el tema, inflando el pecho por conocer la “Deutsche Kinemathek«. De paso, claro, aprovechaba para menospreciar a los usuarios que comparten enlaces para ver películas de difícil acceso —porque sí, no todos tenemos la llave de una cinemateca o una cuenta en KG—. Estas personas parecen fascinadas con la idea de restringir al máximo la accesibilidad al cine.
La actividad de estas personas que comparten enlaces en X es esencial para que las películas sigan circulando, para que lleguen a la mayor cantidad de personas dentro de este micro nicho. Algunos seguimos teniendo muchas dificultades —que van más allá de lo geográfico— para expandir nuestro acervo cinematográfico. Y puedo asegurar que a muchos archivos y coleccionistas privados les importa muy poco la distribución democrática del arte que tanto dicen proteger. ¿No deberíamos empezar a cuestionar con más énfasis su función práctica?
En su hilo de disculpas, Jon afirmó que la piratería es la única forma de preservación. Es una idea de la que disiento, pero sí reconozco que es la más democrática de todas. Y por eso mismo, todo esfuerzo de preservación, sin importar su origen, es importante.
El valor de un filme se genera con su visionado, con la audiencia que reúne a lo largo del tiempo y con los espectadores que le asignan un lugar en la historia. Siendo este el punto ¿Qué valor tiene para el espectador un rollo de 35mm guardado en una lata que nunca vio? ¿O un archivo de video en un servidor privado e inaccesible?